Soberanía en Venezuela, ¿Cuento o Realidad?
Solemos mencionar la palabra “soberanía” con tanta frecuencia como acostumbramos cepillarnos los dientes, y en más de una ocasión lo hacemos sin conocer realmente las implicaciones y connotaciones que ésta tiene en el ámbito de las relaciones internacionales, y lo que es peor, en nuestro ámbito interno.
Según el autor norteamericano Stephen Krasner, la soberanía contiene cuatro vertientes las cuales se interrelacionan la una con la otra, y la carencia de tan solo una de estas convierte la soberanía en una hipocresía organizada, tal como reza el título de uno de los libros publicados por este autor.
El concepto moderno de soberanía va más allá de “la capacidad legítima y no cuestionada de tomar decisiones políticas y de sancionar el derecho dentro de una comunidad dada”, según afirma David Held; la soberanía más que una prerrogativa exige los siguientes requisitos:
Soberanía Westfaliana. Con la firma de las paces de Westfalia en 1652, los estados comienzan a prestar mayor atención a los asuntos limítrofes, siendo este el porqué se denomina de esta forma a la vertiente del concepto relacionada con las líneas divisorias entre estados. El Estado ejerce sus competencia dentro de su territorio y a su vez respeta los territorios de otros, sean estos fronterizos o no. Esta es apenas una parte de la soberanía, aunque sin duda la que con mayor frecuencia es manejada o mencionada. Desde esta posición de territorialidad son agitadas las más nobles y, a su vez, las más viles banderas, tanto del patriotismo como del patrioterismo barato.
Es propicio recordar el incidente en la frontera colombo ecuatoriana del 01 marzo de 2008, donde, sin duda alguna, Colombia violó el territorio ecuatoriano, provocando una airada respuesta del entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, sin embargo él mismo, días antes, había anunciado que Ecuador al norte limitaba con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); no hubo por parte del Ecuador una protesta hacia las FARC por haber penetrado su territorio y, por el contrario, se admitió ante la comunidad internacional la incapacidad del Ecuador para custodiar sus fronteras. Tanto o más airada fue la respuesta del mandatario venezolano, quien se tomó todas las velas del entierro y anunció una movilización militar hacia la frontera colombo venezolana, la cual fue respondida por JUANES, un cantante neogranadino que organizó un concierto en la misma zona.
Soberanía legal internacional. Esta vertiente del concepto no deriva en modo alguno del Estado, que ejerce control sobre un territorio determinado; por el contrario, deriva de los estados foráneos, quienes reconocen o no el territorio, la población, y los poderes que ejercen la administración de los elementos anteriormente nombrados; estos conforman el Estado.
La anunciada solicitud de beligerancia hacia las FARC, por parte del primer mandatario venezolano, fue una muestra del reconocimiento que éste pretendía darle a la organización terrorista; sin embargo, la política de seguridad democrática del gobierno colombiano no parecía tener intenciones de retroceder en ese aspecto, con lo cual quedaron totalmente deslegitimadas las pretensiones, tanto del grupo como del presidente venezolano. De allí que durante la administración Pastrana, en Colombia, haya sido duramente criticado el hecho de haber concedido a la guerrilla de las FARC una zona de distensión, lo cual es un acto de reconocimiento a la beligerancia de ese grupo criminal, que además le otorgaba la administración de un territorio (soberanía Westfaliana); acción esta antagónica a la línea doctrinaria tradicional del gobierno colombiano de desconocer la legitimidad de este grupo.
Soberanía independiente. Es la capacidad que tiene el Estado de ejercer efectivamente los controles fronterizos, con el fin de evitar el ingreso de ilegales, epidemias, ilícitos, mercancías peligrosas o la salida de mercaderías de contrabando. Si el Estado no está en capacidad de controlar un brote de fiebre aftosa proveniente de un país fronterizo, entonces la soberanía interdependiente de ese Estado se encuentra en tela de juicio. De igual forma, no poder evitar el ingreso de grupos subversivos foráneos en territorio propio es una severa muestra de dejadez en cuanto a esta variable se refiere.
Soberanía interna. Es la capacidad del Estado de proveer a sus nacionales de alimentación, vivienda, seguridad, educación y empleo. Estos cinco elementos constituyen los pilares fundamentales del desarrollo de una nación. Las crisis de desabastecimiento, las deficiencias en la producción agrícola, el abuso de la economía de puerto a través de las importaciones, los altos índices de marginalidad y el deterioro de las viviendas, una elevada taza de criminalidad, la pretensión de ideologizar la educación y la falta de voluntad para generar empleos productivos, demuestran una aguda carencia de la soberanía más importante con la que cuenta un Estado, ya que la solución de estos problemas es la que da al Estado el reconocimiento de sus nacionales, tan indispensable para poder mantener la gobernabilidad interna y la estabilidad. La carencia de un marco jurídico estable que permita el desarrollo de las iniciativas particulares genera un clima de zozobra, bajo el cual poner en marcha el aparato productivo del país y lograr la tan ansiada “soberanía” no dejará de ser una fantasía.
Estas cuatro vertientes confluyen en una sola SOBERANÍA. El equilibrio entre ellas permite a los Estados dar a sus ciudadanos las garantías necesarias para lograr el desarrollo y la estabilidad, y así lograr las metas individuales y colectivas de una nación, lo cual se resume en dos palabras: INTERÉS NACIONAL.
En mi humilde opinión, el “interés nacional” representa los anhelos y aspiraciones del común de los ciudadanos, y este no es otro que el bienestar individual de cada uno que permita generar la estabilidad social necesaria para el desarrollo del colectivo, y por ende el crecimiento de la nación. De modo que disfrazar el interés nacional, confundiéndolo con otros tipos de intereses (de Estado, de Gobierno), no representa más que la pretensión de algunos de imponernos a todos lo que en realidad nadie desea.
Este artículo no pretende convertirse en verdad absoluta per se, simplemente trata de alertarnos sobre los grandes desafíos que enfrenta el Estado moderno en la construcción de una verdadera soberanía, las grandes amenazas que la actualidad nos impone como obstáculo para la consecución del interés nacional, y del compromiso que los hombres de hoy tenemos con la historia para legarle a las generaciones futuras un mundo nuevo de libertad, equidad y fraternidad.