¿Por qué protestan en los EE.UU.?
Desde hace un par de semanas el tema coronavirus ha desaparecido de las pantallas de televisión o al menos ha pasado a ser un tema marginal, hoy se habla de las protestas “antirracistas” en Estados Unidos y en Europa (que nada tiene que ver con lo que ocurre en Norteamérica). Pero, ¿por qué protestan en los EE.UU.?
Desde los medios masivos en EE. UU., como la BBC de Londres, pasando por el conglomerado de A3 Media en España, hasta los más modestos canales de Hispanoamérica, quieren hacernos creer al unísono que el gigante del norte atraviesa una revolución, que siempre ha sido un país racista y segregacionista, y que quien avivó esos males fue “el sospechoso habitual” Donald Trump.
Ninguno de estos medios advierte sobre un rebrote de la pandemia en EE. UU. ni insta a los manifestantes a cuidar su salud con la infame frase “quédate en casa” que, aunque nadie lo aprecie, generará una crisis económica peor que la propia “PLANdemia”, ¡sí! PLAN DEMIA.
Mientras leas este articulo-reportaje ten en cuenta que Hillary Clinton tendrá que testificar ante una corte en septiembre por el caso de sus correos electrónicos y que otros treinta oficiales de la administración Obama serán llamados a testificar por una trama de corrupción y espionaje. Podesta, cercano colaborador de los Clinton, tiembla con las revelaciones que van apareciendo de “pizzgate”, pero tú no sabes nada de eso porque “lo importante es el racismo”.
Los antecedentes, todos contra Trump
Desde que Trump ganó la nominación republicana para las elecciones de 2016, el partido demócrata inició la más sucia y hartera guerra contra el republicano. Al perder la elección, el resultado no fue aceptado y la habitual tranquilidad de una gestión de gobierno en el país del norte fue quebrantada de mil formas.
La trama Rusa o “Russian Collusion”
El primer intento fue la denominada “Russian Collusion” desestimada finalmente por el reporte del Fiscal Muller, cuya frase más resaltante después de meses de investigación, interrogatorios y millones de dólares despilfarrados era “NO RUSSIAN COLLUSION”. Sobre este particular sugiero ver el testimonio del Dr. Robert Epstein (no es familia de Jeffrey Epstein), director del centro de investigaciones sobre conducta digital en los EE.UU. Basta ver los primeros dos minutos de entrevista para entender quiénes manipularon las elecciones.
Desde hace un par de semanas el tema coronavirus ha desaparecido de las pantallas de televisión o al menos ha pasado a ser un tema marginal, hoy se habla de las protestas “antirracistas” en Estados Unidos y en Europa (que nada tiene que ver con lo que ocurre en Norteamérica). Pero, ¿por qué protestan en los EE.UU.?
Desde los medios masivos en EE. UU., como la BBC de Londres, pasando por el conglomerado de A3 Media en España, hasta los más modestos canales de Hispanoamérica, quieren hacernos creer al unísono que el gigante del norte atraviesa una revolución, que siempre ha sido un país racista y segregacionista, y que quien avivó esos males fue “el sospechoso habitual” Donald Trump.
Ninguno de estos medios advierte sobre un rebrote de la pandemia en EE. UU. ni insta a los manifestantes a cuidar su salud con la infame frase “quédate en casa” que, aunque nadie lo aprecie, generará una crisis económica peor que la propia “PLANdemia”, ¡sí! PLAN DEMIA.
Mientras leas este articulo-reportaje ten en cuenta que Hillary Clinton tendrá que testificar ante una corte en septiembre por el caso de sus correos electrónicos y que otros treinta oficiales de la administración Obama serán llamados a testificar por una trama de corrupción y espionaje. Podesta, cercano colaborador de los Clinton, tiembla con las revelaciones que van apareciendo de “pizzgate”, pero tú no sabes nada de eso porque “lo importante es el racismo”.
Los antecedentes, todos contra Trump
Desde que Trump ganó la nominación republicana para las elecciones de 2016, el partido demócrata inició la más sucia y hartera guerra contra el republicano. Al perder la elección, el resultado no fue aceptado y la habitual tranquilidad de una gestión de gobierno en el país del norte fue quebrantada de mil formas.
La trama Rusa o “Russian Collusion”
El primer intento fue la denominada “Russian Collusion” desestimada finalmente por el reporte del Fiscal Muller, cuya frase más resaltante después de meses de investigación, interrogatorios y millones de dólares despilfarrados era “NO RUSSIAN COLLUSION”. Sobre este particular sugiero ver el testimonio del Dr. Robert Epstein (no es familia de Jeffrey Epstein), director del centro de investigaciones sobre conducta digital en los EE.UU. Basta ver los primeros dos minutos de entrevista para entender quiénes manipularon las elecciones.
Las Deportaciones
Luego se armaría un escándalo por las “deportaciones” que supuestamente Trump estaría haciendo de inmigrantes ilegales en la frontera sur, el estandarte de esta acusación sería una portada fake de la revista Time, en la cual aparecía una niña, supuestamente separada de sus padres, frente a Trump. Poco después aparecería la foto real donde la niña se encontraba con su madre. Por otro lado, una simple búsqueda en Google deja en evidencia que el récord de deportaciones de emigrantes en los EE. UU. lo posee -POR LARGO- Barack Obama.
Esta situación generó la movilización de casi todos los congresistas demócratas a la frontera para hacerse selfies con los inmigrantes, tal vez la más destacada fue Alexandria Ocasio Cortes, una bar-tender de Nueva York convertida en congresista a través de un Reality Show.
El Impeachment
Finalmente, vendría el Impeachment o proceso de juicio político al presidente de los EE. UU., una institución republicana (no me refiero al partido republicano, me refiero al funcionamiento de la República) que debería ser utilizada por iniciativa bipartidista con la comisión de delitos por parte del presidente. La excusa para ponerlo en marcha fue una llamada que Trump realizó al presidente de Ucrania, en la que el presidente ucraniano le comentaba a Trump que el exvicepresidente Joe Biden le había amenazado con suspender las ayudas a Ucrania durante el mandato de Barack Obama si los tribunales ucranianos continuaban su investigación contra Hunter Biden (hijo del ex Vicepresidente). Los detalles de la vida de Hunter Biden darían para escribir una novela, pero para efectos de esta explicación Hunter obtuvo contratos para explotación de gas natural en Ucrania a través de Burisma Holding Ltd. Esto ocurrió durante la vicepresidencia de su padre.
El Impeachment fue un fracaso y Trump se ufanó de eso durante el discurso del Estado de la Unión, al día siguiente el Senado desestimaría la solicitud de Impeachment y Trump parecía encaminarse sin sobresaltos a la reelección con una vigorosa economía, generando cada vez más empleos y consumo en los EE. UU.
Llega la Plan-demia
El 15 de enero de 2020 EE.UU. y China firmaron un acuerdo comercial que ponía fin a una disputa arancelaria iniciada con la llegada de Trump al poder, China se comprometía con el acuerdo a comprar US$200.000 millones adicionales en bienes estadounidenses en los próximos dos años. Esto incluye desde productos agrícolas hasta industriales, así como energía y servicios financieros. Pekín, además, reduciría algunos aranceles que colocó al ingreso de productos de estadounidenses.
China también aceptó fortalecer las protecciones de propiedad intelectual, otra demanda de EE.UU. que acusaba al gigante asiático de desatender las normas internacionales en patentes para falsificar o piratear productos por miles de millones de dólares.
Trump mantendrá vigentes los aranceles por US$360.000 millones (y esto es tal vez el punto más importante) que ha puesto a bienes chinos, como arma de negociación en la siguiente etapa. Si bien China no sale “trasquilada” con este acuerdo, Pekín no se fue del todo satisfecho.
Ya para la fecha de la firma del acuerdo corría el COVID 19, el “virus chino”, por el mundo, sin embargo, la OMS no se atrevía (o no quería, o no le interesaba) a alertar al planeta de las consecuencias que esta cepa podía ocasionar. Para China era necesario detener el resurgimiento de los EE.UU. como principal potencia económica del planeta, y apareció el COVID-19.
Más allá de toda clase de teorías que han surgido en los últimos tres meses, y que vinculan a Obama con el laboratorio de Wuhan (de donde salió la cepa), al multimillonario Bill Gates y a otros personajes interesados en impulsar la agenda Globalista, la evidencia más importante de esta afirmación que hago sobre la responsabilidad de China usando el virus como un ataque a la economía de Norte Americana, es la lectura “Unrestricted Warfare” (Guerra irrestricta), libro de 1999 escrito por los coroneles del ejército popular chino Qiao Liang y Wang Xiangsui; el subtitulo en Amazon es revelador: “El plan maestro para destruir a América”.
Básicamente se propone el campo de batalla en cualquier lugar y en cualquier ámbito, y la “guerra económica” sería lo de menos, ya que las relaciones comerciales son una forma de guerra económica. Se habla de “guerra de drogas” (propiciar que las calles de tu país enemigo se inunden de drogas) y guerra biológica, ¿es necesario explicarla?.
Las consecuencias del “Lock down” o cierre de actividades afectaron la economía y, en particular, el empleo en los EE.UU., este había sido el tema más importante de la gestión de Donald Trump y nuevamente los medios fueron inclementes con su gestión de crisis.
Pese a que la nación norteamericana presenta bajos índices de muertes por millón de habitante, todos los medios se han concentrado en señalar la cifra total de fallecidos, incluso, el principal aparato de propaganda impresa del partido demócrata, el New York Times, dedica una portada con los nombres de los 100 mil fallecidos, y este es un número enorme, pero deja de serlo cuando advertimos que EE.UU. tiene una población de 330 millones de habitantes, con más de 1000 aeropuertos que despachan y reciben vuelos internacionales, y que posee 52 Estados que forman parte de la unión, donde cada Estado goza de cierta autonomía para gestionar políticas de salud pública.
Ningún medio señala a Andrew Cuomo (gobernador del Estado de Nueva York) como el gobernador del Estado donde más muertes ocurrieron, por cierto, Cuomo es hermano del ancla de CNN Chris Cuomo, y CNN es el aparato de propaganda audiovisual del partido demócrata (como FOX lo es para los republicanos).
Caso George Floyd
¿Por cuál George protestas, por George Floyd o George Soros?
El hecho es que la propia dinámica de Estado Unidos hizo que la propia gente fuese levantando el cierre del país, a los americanos se les puede achacar muchos defectos, pero saben que necesitan trabajar, así que cuando el país estaba saliendo de la “plan-demia” ocurre un incidente donde un policía de la ciudad de Minneapolis asesina a George Floyd, un negro americano (me niego a usar el término “afrodescendiente”) que intentaba comprar cigarrillos con un billete falso.
Sin entrar en otras consideraciones y teorías que han ido apareciendo en la última semana, el oficial de policía que cometió el crimen ya fue capturado e imputado, y ahora tendrá que enfrentar un proceso penal que seguramente lo llevará a prisión.
Pese a que el sistema penal funcionó. EE.UU. lleva poco más de una semana siendo testigo de actos vandálicos, saqueos, incendios y hasta asesinatos a manos de dos grupos: principalmente “Black Lives Matter” (las vidas negras importan) y ANTIFA, un grupo auto proclamado “antifascista”.
Es importantísimo señalar que estas protestas iniciaron pocos días después de que el candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden (sí, el mismo que siendo vicepresidente de Obama favoreció a su hijo Hunter para obtener contratos en Ucrania), durante una entrevista en el show de radio de Charlamagne Tha God, respondió ante una pregunta sobre los informes de que elegiría como candidata a vicepresidenta a la senadora por Minnesota, Amy Klobuchar, que esta “es blanca”.
Tha God le dijo que los votantes negros “le salvaron la vida política en las primarias” y que “quieren cosas a cambio” (es importante que se fijen en que la ciudad donde ocurrió el asesinato de Floyd es Minneapolis y que esta queda en el Estado de Minnesota), y Biden, ante la insistencia de su entrevistador, cortó la entrevista diciendo: “Es claro, si usted vota por Trump y no vota por mí, usted no es realmente negro”. Esto generó una ola de reacciones de la comunidad de color a favor de Trump y en contra de Biden, y cuando esta ola comenzaba a crecer “apareció el caso Floyd”.
Las piedras ya estaban distribuidas en las calles, solo hizo falta la chispa para que los ANTIFA y Black Live Matter salieran a recogerlas para arrojarlas contra lo que se apareciese en su camino, para que detrás de ellos se unieran todos los “frustrados” del partido demócrata que aún resienten haber perdido una elección, como ocurre en cualquier país del mundo.
No se requiere de mucha inteligencia para entender en esta extensa cronología de eventos que lo que está ocurriendo en los EE.UU. es un golpe de Estado, prácticamente nadie podrá verlo porque los temas que están en juego no son los que los medios de comunicación presentan. Detrás del deseo del partido demócrata de sacar a Trump de la Casa Blanca está la agenda Globalista, esa que nos llevará a la tan cacareada “Nueva Normalidad”, la que a todos nos proponen como una realidad post plan-demia, la de las vacunas, el distanciamiento social, el control social a través de la tecnología y, en definitiva, el “Nuevo Orden Mundial” que busca abolir la familia, la identidad nacional y la tradición occidental.
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Quienes protestan no lo hacen por George Floyd, protestan porque George Soros pagó para que lo hiciesen. Soros y su fundación Open Society han impulsado este “nuevo orden mundial” a través de la financiación de organizaciones identitarias (Lobby LGBTI, Feminismo, Animalistas, Minorías Étnicas, entre otras). Recientemente anunció que financiaría la construcción de Universidades, las cuales incluirán en sus programas de estudio las materias que esta agenda globalista requiere.
Siguiendo la conseja de Antonio Gramsci, la “dictadura del proletariado” (hoy convertido el proletario en las autoproclamadas “minorías oprimidas”) no será lograda a través del control de los medios de producción, sino con el control de las “superestructuras” (medios de comunicación y educación).
Además de Open Society, el propio Biden ha hecho importantes donaciones a Black Live Matter, organización a la cual parece que solo le importa la vida de algunos negros y no “de los negros”. Datos de la encuesta de víctimas del año 2018 del Bureau de Justicia indican que en ese año 547.948 personas blancas murieron a manos de personas de color, mientras que 59.778 personas de color murieron a manos de blancos. Esto es apenas el 8% de los asesinatos de negros (los que ocurren a manos de personas blancas), ya que el otro 92% de asesinatos de personas de color ocurren a manos de otras personas de color.
Entonces, aquí no se pretende relativizar la muerte con números, simplemente señalar que a Black Live Matter solo le interesan las vidas de su raza cuando esto significa movilización política. Es importante señalar que durante los actos vandálicos fue asesinado el expolicía negro David Dorn, pero Black live matter no ha dicho nada sobre el asesinato de este “hermano”.
Durante la entrega de los famosos Victory Awards del año 2018, el más famoso estratega de campañas electorales de los EE.UU. Dick Morris, quien tradicionalmente había trabajado para el partido demócrata, fue galardonado con un premio honorifico, durante su discurso de aceptación del premio dijo “me siento muy orgulloso de estar colaborando con la actual administración del presidente Donald Trump, el no está enfrentando al partido demócrata, el se enfrenta al “Deep State”. Sus palabras cayeron como un balde de agua fría sobre un auditorio acostumbrado a las medias verdades y a lo políticamente correcto.
Trump no es valioso por ser Trump, no es un personaje agradable, en realidad, pero un presidente no está para ser simpático, un presidente tiene la obligación de hacer las cosas lo mejor posible para proteger a sus nacionales y para impulsar a su país a los niveles de prosperidad más elevados posibles. Trump es valioso por las amenazas que le ha tocado enfrentar desde los EE. UU. que, no está de más decir, no es una nación común, es la potencia central de la civilización occidental y su éxito como nación es garantía de que los valores tradicionales de occidente prevalecerán.