POCO QUEDA DE MANOLO

POCO QUEDA DE MANOLO

Mi madre es gallega, nos crió en una conserjería en un apartado rincón del centro de Caracas – Venezuela, siempre fue y sigue siendo una mujer muy alegre, pero cuando yo era pequeño mamá “no paraba de cantar”. Recuerdo acompañarla a limpiar las escaleras del edificio donde vivíamos, y exprimiendo el trapeador para comenzar la faena nacía de sus labios una copla “Con una copa de vino en la mano,una guitarra y un cariño de mujer, nos encontramos como un soberano y regalamos simpatía y querer. Porque en España lo que sobra es la hidalguía, y nos sentimos tan felices al cantar, que hasta las penas las volvemos alegrías porque tenemos la grandeza de mostrar” y seguido el coro “viva el vino y las mujeres, y las rosas que calienta nuestro sol”.

Sin duda Manolo Escobar era el ídolo de mi madre, así como Peret el de mi padre, la música de esos artistas era de escucha diaria en mi hogar de infancia, las letras de las canciones que salían de España en aquella ya lejana década de los ’70 además de alegres denotaban un enorme orgullo por ser español. Yo me criaba junto con mi hermano en el amor por Venezuela donde mis padres echaron raíces y la admiración hacia la España de mis padres, un país que ya para ese entonces había dejado atrás una guerra civil y había resurgido de las cenizas mientras Venezuela corría a toda prisa como un coche sin luces de noche hacia un despeñadero.

Los años pasaron, y pese a negarme a ser un emigrante como lo fueron mis padres, llegó la hora de partir, aguanté la caída de mi país por el despeñadero más de lo que muchos puedan imaginar y tocó regresar a la tierra de mis padres, más por mi hija que por mí, más porque ella merece vivir lo que ya viví. Al llegar me encuentro con un país lleno de una historia de grandeza, una ciudad donde se camina entre la historia, la arquitectura antigua y la moderna mezcladas con majestuosa naturalidad, pero también sumido en una crisis política, económica y sanitaria, en realidad nada que un venezolano sobreviviente del socialismo del siglo XXI no pueda soportar; sin embargo, la verdadera crisis que está viviendo España no es esa, la verdadera crisis es la pérdida de su identidad y con ella una crisis moral.

Esa historia de grandeza que precede a España es hoy motivo de vergüenza para un sector nada despreciable de la población, especialmente entre los jóvenes que se avergüenzan de un pasado del cual nada saben y por el cual no preguntan. España ha sido sometida de manera sistemática y deliberada a un proceso de pérdida de identidad, ha sido bombardeada con ideas que nada tienen que ver con la tradición hispánica, ha sufrido un proceso de propaganda que ha distorsionado su historia y ha condenado a sus ciudadanos a vivir en una nebulosa oscura donde impera la confusión. Algunos le llaman endofobia, y no sólo ha atacado la historia sino además el carácter católico que forma parte de la tradición.

Por fortuna unos pocos (que desde ya cuentan conmigo) hacen un esfuerzo enorme por enfrentar los mitos que la propaganda ha creado en torno a España desde la leyenda negra, pasando por la satanización del periodo Franquista hasta el odio a la iglesia católica, hay unos pocos valientes que se han plantado en el plano cultural a dar la batalla que los españoles dejaron olvidada.

“Viva el vino y las mujeres” es una expresión que la ministra Irene Mentira (digo Montero) y su escuadrón se sicarias feministas, considerarían misógina, machista y opresora, mientras las putas pagadas con dinero de los ERES de Andalucía que nunca llegaron a los parados, o las niñas abusadas en Baleares seguirán en el olvido de la ministra feminista.

De Manolo poco queda, del orgullo por “ser español” queda poco, pero con ese poco se puede hacer mucho, a Dios gracias don Manolo Escobar alcanzó a cantar su inmortal “Viva España” en 2010 después de que la selección española se titulase campeona del mundo, creo que fue la última vez que se olvidaron los nacionalismos fraccionarios de catalanes, vascos o gallegos; nacionalismos alimentados por los propios políticos que dicen preservar la unidad de España. Poco queda de Manolo, así pocos lo recuerden, que oportuno sería rescatar aquel orgullo que cautivó al mundo entero al canto de “Viva España” “Viva el vino y las mujeres” esa copla que mi madre en su faena entonaba.