De las Termópilas a la MUD

De las Termópilas a la MUD

Hace unos años (para ser específico en 2015), durante el segundo Foro Latinoamericano para la promoción de la Democracia, el periodista y escritor español César Vidal hacía algunas consideraciones sobre la “filosofía del diálogo”. Sorprendentemente Vidal recurre a tres ejemplos históricos, de los cuales el más peculiar es su referencia a la Batalla de las Termópilas, esta batalla significó la derrota de Esparta ante el imperio persa regido por el Tirano Jerjes. Sin Embargo, la derrota de los espartanos es uno de los episodios más gloriosos de la libertad en la historia de la humanidad.

Corría el año 480 A.C. cuando el imperio persa decide invadir Grecia como retaliación por la derrota sufrida durante la primera Guerra Médica, la superioridad numérica persa era asombrosa, por lo que pretendía invadir Grecia sin pelear. Jerjes pensó que su colosal ejercito intimidaría a los griegos quienes entregarían su territorio sin ofrecer resistencia. Por desgracia para Jerjes y por fortuna para Grecia, el Rey de Esparta, Leónidas I, al recibir al mensajero de Jerjes con el mensaje “entreguen las armas” respondió “vengan a buscarlas”. Leónidas nunca pensó en sentarse a dialogar con Jerjes, al extremo que un espía espartano, quien viajó a evaluar las tropas enemigas, al regresar a Esparta dijo a Leónidas “son tantos que, si todos disparan flechas taparían el sol”, la respuesta de Leónidas fue: “mejor… así pelearemos a la sombra”.

El pequeño ejército griego liderado por Leónidas y sus 300 Espartanos combatió fieramente durante una semana en el angosto Desfiladero de las Termópilas, siendo derrotado por las tropas de Jerjes después de haber sido traicionados por Efialtes de Tesalia (un residente griego), quien a cambio de una recompensa ofreció a Jerjes mostrarles el camino alterno a las Termópilas, camino que le permitiría al ejército persa llegar a la retaguardia espartana y derrotar a Leónidas, como en efecto sucedió. Jerjes nunca pudo conquistar Grecia, de hecho, fue expulsado pocos meses después. Efialtes jamás recibió la recompensa ofrecida y murió al año siguiente de haber traicionado a su pueblo.

Durante los últimos veinte años en Venezuela, el gobierno venezolano ha apelado a la necesidad de diálogo con sus “opositores” en los momentos en que su permanencia en el poder ha estado bajo severas amenazas. Desafortunadamente la “oposición” siempre limó los colmillos del régimen atendiendo esas “invitaciones a dialogar”. Ya nos olvidamos de “la mesa de negociación y acuerdos” que trajo como consecuencia la grosera postergación en la ejecución del referendo revocatorio a Chávez del año 2004, y por cercano que sea en tiempo también hemos olvidado como un “diálogo” desactivó la más enérgica y prolongada protesta de calle contra el régimen en el año 2014 conocida con el nombre de “la salida”. Pero no solo las aceptaciones de estas invitaciones a dialogar han abonado el terreno para que el modelo político de corte comunista encarnado por el chavismo se atornille en el poder, una recurrente conducta errática con múltiples objetivos, de los cuales ninguno es logrado, mantiene a la “oposición” venezolana siendo eso “oposición” y no poder.

Leónidas sabía que si ganaba Jerjes se retiraría de Grecia y que si perdía inflamaría el orgullo de los griegos para inspirarlos a luchar por su libertad, como en efecto ocurrió. La MUD no sabe qué hará si llega a tomar el poder (evento que sería consecuencia del azar y no en modo alguno de sus acciones políticas) y peor aún no entiende la naturaleza del régimen al cual se enfrenta. Es probable que incurra en un error en esta última afirmación, de hecho, lo más probable es que conozcan profundamente la naturaleza de su contendor y en consecuencia no están dispuestos a enfrentarlos, prefieren refugiarse en eso que llaman “espacios de poder”, donde a su vez se garantizan la supervivencia política en un país donde pocos viven, muchos sobreviven y otros muchos mueren de hambre o languidecen en camas de hospitales sin medicinas para salvarse esperando eso que Henrique Capriles llamó de manera sumamente irresponsable “El tiempo de Dios”. A muchos otros ese tiempo de Dios les ha llegado en forma de proyectil disparado por las armas de la desbordada delincuencia.

Una obsecuente ausencia de sentido histórico ha acompañado a la oposición venezolana, la cual dice ser irreverente ante el régimen y que, sin embargo, acude obedientemente a cumplir todas las ordenes que el ejecutivo o las instituciones al servicio de este emanan. La verdad es que sea en política o en las más simples relaciones humanas todo poder es legitimado por la obediencia que a este poder se le dispense. No habrá cambio del modelo económico mientras el gobierno venezolano continúe en el poder, no serán liberados los presos políticos mientras las llaves de las celdas continúen en manos de los carceleros. La “oposición” venezolana ha optado por suplicarle al carcelero que abra las celdas, en lugar de arrebatarle las llaves.

Hay un abismo de mayores dimensiones que el cañón de Colorado entre la conducta de Leónidas y la de los dirigentes políticos Venezolanos, so pretexto de “evitar una guerra civil” se hacen la vista gorda con la realidad de que, en efecto, Venezuela YA ESTÁ en guerra. Las cifras de fallecidos a manos del hampa en un mes compiten y sobrepasan a las cifras de víctimas de la guerra en Alepo, el discurso de la “reconciliación nacional” ignora que de hecho la población del país YA SE RECONCILIÓ; más del 85% de los venezolanos coinciden en que el país debe cambiar de rumbo y que el modelo político y económico fracasó, sin embargo quienes aún no se reconcilian o mejor dicho, no terminar de acordar como quedan en el post chavismo, son las cúpulas políticas MUD – PSUV.

Entre tanto, el ya ruinoso país ve como sus ruinas caen sobre los indefensos pobladores. La estupidez es confundida con valentía, las consignas estériles mantienen a la población alienada, se repite con frecuencia “Este gobierno está caído” y entonces yo me pregunto si está caído, ¿quién lo sostiene?.

No sé si esta oposición cumple con el rol de Efialtes (el griego que facilitó la derrota de Leónidas) en este drama venezolano, de lo que sí estoy convencido es que ni Leónidas tenemos ni espartanos seremos. Cambio 59 partidos políticos (con toda su militancia incluida) y 113 diputados, por un Leónidas y sus 300 espartanos.